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domingo, 23 de noviembre de 2025
Wicked: Parte II
El mundo de Oz vive de la mentira. Lo descubrieron Glinda y Elphaba en Wicked, y ahora, unos años después, Glinda la Buena sostiene la esperanza de los ozianos mientras Elphaba, convertida en la temida Bruja Malvada del Oeste, es la némesis perfecta para los planes del Mago y, sobre todo, de Madame Morrible. Pero la inesperada llegada de una joven llamada Dorothy cambiará para siempre todo lo conocido hasta ese momento.
No era fácil convertir un musical de dos horas y media en dos películas que, juntas, duplican la duración del original. Y se nota: ambas entregas adolecen de metraje excesivo, especialmente en su primera hora, y el guion lo acusa. No obstante, Wicked: Parte II da un paso decididamente firme hacia la maduración de sus personajes, en especial de las dos protagonistas. La historia gana hondura y se convierte en un canto al amor de amistad, un tema pocas veces tratado con tanta seriedad en el cine comercial.
La película dialoga, además, con un asunto especialmente actual: la manipulación mediática y la construcción del “relato oficial”, hoy amplificado por las redes sociales. Este trasfondo aporta una lectura contemporánea de la trama clásica de El mago de Oz, con la que Wicked funciona como precuela en sus dos partes, y esta segunda acaba entrelazándose directamente con la película original.
En el apartado visual, la puesta en escena mantiene el colorido exuberante de la primera parte, pero aquí se juega mucho más con el contraste entre luz y oscuridad para subrayar la bondad o maldad de los actos. Y si bien en ciertos momentos la narrativa parece coquetear con un relativismo moral, la película termina afirmando con claridad la victoria del bien, aunque sea a un precio alto.
En cuanto a las interpretaciones, Cynthia Erivo vuelve a ser la gran reina de la función: su presencia y su voz sostienen los momentos de mayor intensidad dramática. Ariana Grande, por su parte, encuentra un registro contenido y convincente para un personaje atrapado entre la lealtad, la búsqueda de la verdad y la tentación de la mentira. Destaca especialmente la secuencia musical rodada con travellings a través de espejos, donde Glinda se pregunta quién es realmente: una de las pocas canciones que brillan con luz propia en esta entrega.
En resumen, no es el final épico que se anuncia, pero sí una conclusión más profunda y satisfactoria que su predecesora, gracias al calado de sus temas y a la auténtica evolución emocional de sus protagonistas.
sábado, 15 de noviembre de 2025
Creía que 'Ponte en mi lugar de nuevo' sería una secuela complemente innecesaria, pero me ha sorprendido con su diversión sin complejos
¡Ya ha llegado a Disney Plusla esperada segunda parte de "Ponte en mi lugar"!
Jamie Lee Curtis y Lindsay Lohan lideran el regreso de la comedia más dosmilera, en un sentido bastante positivo
Cabría esperar otro enfoque similar a las múltiples secuelas, reboots y demás que Disney ha ido produciendo con los años, la mayoría directas a streaming con un aspecto digital mayormente abominable e ideas bastante peregrinas que desvirtúan lo que hicieron que los originales fuesen queridos. Sorprendentemente, ‘Ponte en mi lugar de nuevo’ no sólo entiende lo suficiente lo que hizo especial a la anterior película, sino que es un agradable retorno a ese tipo de película familiar que se producía en aquella época.
En esta ocasión el cambio de cuerpo que se produce no es solo entre la madre y la hija que interpretan Curtis y Lohan, sino que se suman a la ecuación la hija y la hijastra de esta última, con sus propios enfrentamientos que resolver. Como en la película original, hay una boda en ciernes y un trastoque de realidades que no podría venir en peor momento.
Repetir las claves argumentales de la primera película es muy jugar sobre seguro para evitar alienar a fans que esperan sus guiños nostálgicos de rigor. Pero a favor de ‘Ponte en mi lugar de nuevo’ está en cómo aprovecha la inclusión de dos protagonistas más para tocar, siempre de manera sencilla y blandita, dinámicas familiares distintas a la original permitiendo tener un mínimo de frescura en su enfoque.
Le sumas a esto que no luce el toque digital barato de muchas comedias contemporáneas, o que las improvisaciones no dejen todo atisbo de coherencia hecho un trampantojo, y tienes una película disfrutable. Sin complejos y tremendamente orgullosa de ser una comedia propia de esos primeros años del siglo XXI, hasta el punto de rescatar las tomas falsas durante los créditos para terminar de dejar buen sabor de boca al final. Sin dejar de ser completamente innecesaria, consiguen una secuela simpática no muy alejada de su predecesora, lo cuál es casi un unicornio en estos momentos.
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